martes, 26 de octubre de 2010

Irme o no irme comienza el dilema...



La decisión de emigrar no suele ser algo que se resuelve en una noche de copas o en un momento de arrebatadora pasión.
Comencé a pensar en irme hace unos 5 años... Cuando el gobierno comenzó a desvirtuarse de forma grotesca y cuando vi que para poder surgir hace falta algo mas que las ganas. La gente suele decir que "lo que se quiere se puede" pero no es del todo cierto, hace falta esfuerzo y perseverancia e incluso un poco de suerte.
Cuando tenía 22 años empezó a tentarme la idea de dejar Venezuela, para buscar nuevos horizontes... pero a pesar de mi sagitariana naturaleza aventurera las opciones para irme no eran alentadoras. No tenía dinero, comenzaba una carrera universitaria y no tengo dominio de otro idioma, la única luz era mi familia paterna y mi hermanita que comenzaba a vivir en... Colombia... era como mudarme a 100 mts de mi casa... es decir, no era algo que me entusiasmaba especialmente pero que tampoco descartaba.. Como se veían (y se ven) las cosas, no era bueno cerrar las puertas.
Debo confesar que no sólo deseo partir por razones políticas, no es solo el Gobierno... es algo más profundo... es la ignorancia y la indiferencia que se ha ido apoderando de quienes me rodean, es la injusticia y esa pobreza de espíritu que me causa una repugnancia que va destruyendo mis raíces... Me gusta mi Venezuela, pero no me gustan los venezolanos que tienen las riendas, no sólo a nivel político, sino aquellos que dirigen las instituciones y las empresas... prefiero partir a respirar otros aires.
Han pasado 5 años... En Diciembre recibo mi título universitario, sigo sin dinero y sin dominar otro idioma... pero ahora tengo algo que me hacía falta... irme no es ya un pensamiento... es un decisión... Reforzada por la experiencia, por la realidad cruda que me envuelve... no vivo las cosas a través de la PC, no vivo las noticias por la prensa... y muy poco veo televisión...
Me basta salir de mi barrio cada día para ver la desidia que ha ido haciéndose sitio, la burocracia, la corrupción y sobretodo la desigualdad... no me siento venezolana de segunda... pero confieso que hay días en los que no me siento venezolana... porque me avergüenza la poca memoria, la falta de sueños, la comodidad y la resignación que nos corre por las venas... y léase que digo "nos" corre... porque no puedo negarlo... pero intento por encima de todo que lo que prevalezca en mi sean otros valores, sea la lucha, el deseo de aprender, de crecer, de vivir, de darle a mis hijos (que aun no tengo) otras oportunidades...
Oportunidades... que hermosa palabra...
Aquí comienzo a relatar hoy mi historia... mi relación con este país herido, mis planes de irme, los trámites, las preguntas, las fantasías y las realidades.
Hoy me convierto en emigrante... porque mi alma ya comienza a levantar vuelo...